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na boda es un evento único y especial. Normalmente solo pasamos por el altar una vez, aunque hay quien le pilla el gusto al asunto y repite. Cuando una pareja se compromete a casarse espera que toda la celebración sea idílica, todo salga según lo planeado y los invitados salgan satisfechos en todos los sentidos. El banquete de un casamiento suele ser una de las partes de la celebración que generan más expectativas. De hecho, una buena o mala experiencia respecto a la comida de una boda puede ser la clave que defina el grado de satisfacción de los presentes.
Hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de ofrecer las opciones del banquete. Los enlaces matrimoniales acostumbran a ser reuniones en los que se juntan grandes grupos de personas, por lo que acertar con cada uno de los paladares allí presentes es una tarea un tanto compleja. No es la única dificultad presente, los organizadores de una boda son conocedores de la importancia de la comida en la misma, por lo que se suelen exigir cantidades mastodónticas de alimentos, siendo el menú en ocasiones una lista interminable de platos que te obligan a permanecer en la mesa durante largas horas.
Lo ideal es encontrar el equilibrio entre un menú gourmet para bodas que sea de calidad, ofertando múltiples opciones, y que la cantidad de los alimentos no sea un problema. La tendencia a seguir es darle más importancia a los aperitivos, lo cual nos permite contentar fácilmente al mayor número de comensales posibles, y aligerar los platos principales del banquete. Ofrecer trozos grandes de carne como solomillos con salsa es una costumbre un tanto pesada y que se está quedando ciertamente antigua.
También hay que adaptarse a lo que quieran nuestros clientes, que muchas veces querrán seguir con la lógica de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Es nuestra tarea intentar asesorarles de la mejor manera posible y respetar sus gustos y deseos. Aun así, se puede innovar en el menú de una boda y ofrecer alternativas a lo tradicional.
Ofrece variaciones sobre lo clásico
Por ejemplo, el pulpo es un invitado habitual a los banquetes de un enlace. Se suele servir cocinado a feira o a la gallega, sobre todo en las bodas de esta región. Sin embargo, este animal de los mares admite muchas más formas de prepararse. Podemos, incluso, ofertar opciones exóticas de cocinas nacionales de moda en los últimos años como es la peruana. Un ceviche de pulpo es una opción muy fresca, que para el verano va de perlas, para sorprender a los presentes sin necesitar ingredientes muy difíciles de conseguir. Con un poco de cebolla morada o cebolleta, verduras como el pepino, aguacate en un punto maduro, cilantro fresco y una buena cantidad de limas tenemos un entrante bastante sencillo de preparar, que admite ser preparado con cierta antelación y que dará un toque diferente a nuestra oferta. Incluso le podríamos añadir otros pescados como corvina o lubina a la misma preparación.
Si en la celebración del evento contamos con una brasa de leña o algún aparato similar podemos cocinar ahí nuestro pulpo previamente cocido. Lo ideal es untar una pata de pulpo con un adobo asiático. Si hacemos una mezcla de aceite de oliva, salsa de soja y miel, la untamos por el octópodo y marcamos en brasa o parrilla hasta que tenga un dorado intenso obtendremos un plato que triunfará seguro.
Ideas para aperitivos diferentes
Los aperitivos han sido considerados tradicionalmente como alimentos para abrir el apetito, pero los tiempos cambian y debemos aprovechar al máximo las opciones de esta franja del banquete.
El primer mandamiento es claro; cuidarás las ensaladas por encima de todas las cosas. Para ello te animamos a que pruebes a ofrecer combinaciones con frutas, una opción bien ligera. Coloca unas hojas de rúcula, canónigos o similares en la base del plato o bandeja, sobre ellas pon unos gajos de nectarina o melocotón cubiertos con unas tiras de cecina o jamón. Sumado a una vinagreta de aceite y limón te resulta una opción bastante sencilla de preparar y muy fresca.
Otro alimento bastante habitual en los enlaces son los quesos. Puedes optar por incluir en tu menú gourmet de boda algunos tipos más frescos y tiernos de quesos como las bolas de mozzarella o burrata, cuya untuosidad harán las delicias de los allí presentes.
Si hablamos de banquetes de boda inequívocamente se nos viene a la mente un cortador de jamón. El ingrediente estrella del cerdo es, para muchos, un tótem inalterable, pero, por suerte, el jamón se puede comer con rodajas finas de higos para obtener un contraste de sabor muy interesante.
Suele ser habitual ofrecer comida en abundancia en las bodas e intentar que todos los platos sean contundentes, sin embargo, necesitamos siempre contrapuntos ligeros. Las cremas o sopas frías son nuestra solución. Una variedad ideal de las mismas es triturar hasta emulsionar sandía, remolacha y zumo de naranja. Además de un gran sabor tendrá un color muy intenso y apetecible.
Platos principales
Recordamos que es muy importante contentar a la clientela, por lo que tendremos que ofertar opciones para todo tipo de gustos. Hay que sopesar comida vegetariana o apta para diversas intolerancias. En la variedad está la riqueza.
También debemos conocer previamente a nuestros contratantes, para saber qué tipo de menú prefieren; básico, premium, moderno, tradicional, gourmet… En función de sus preferencias debemos pensar en qué platos podrán colmar sus altas expectativas.
Lo importante es salir de nuestra zona de confort alimenticia. Hasta en el menú más tradicional podemos ofrecer cosas diferentes. Cada pareja es un mundo, por lo que nos tendremos adaptar a lo que nos pidan.
Lo ideal es que los platos principales de nuestra oferta cuenten con los productos con los que estemos habituados a trabajar. Las carnes y pescados de nuestra zona serán tu mejor elección. Si a estos alimentos de nuestro día a día se les da un tratamiento gourmet, con maneras de cocinar a las cuales no estamos acostumbrados en casa, lo más seguro es que los asistentes queden más que satisfechos. Por ejemplo, una buena pieza de carne de buey o de ternera cocinada a baja temperatura hará las delicias de los allí presentes.
La guinda del pastel: el postre
La elección del postre es crucial porque es el último sabor que queda en la boca de los comensales. Tiene que ir acorde con el resto del menú y no desentonar con el mismo. Es el broche final.
Como en este tipo de celebraciones se suele llegar al final con el estómago bastante lleno puede resultar acertado plantear postres que no sean muy pesados, como tartaletas de frutas, sorbetes de cítricos, tartas aligeradas o alguna mousse de frutas de temporada.
Como en el resto del menú, hay que tener en cuenta que dependemos de los deseos y anhelos de la pareja. Lo importante es adaptarse al presupuesto y al estilo de la celebración, y que, con independencia de lo que elijan los interesados, el resto de los allí presentes tenga un gran recuerdo de un día tan especial, formando la comida parte ello.